Hoy en día, ante esta nueva era que es más abierta, comunicativa y disruptiva, cambiante y compleja, las metodologías en el aula son objeto de transformación, pues nos obliga como dice Henry Giroux (2008:14) a experimentar “(…) nuevas formas de aprender, comunicar, valorar y empalmar con la realidad”. Es decir, a dejar atrás una actitud pasiva hacia el conocimiento, invitándonos a ser más activo.
En este sentido, las metodologías que hoy día están en el argot educativo dejan atrás al profesor como el centro del proceso educativo, la visión simplista de la realidad, el aprendizaje transmisivo, la posición altiva del docente, las clases magistrales y le dan la bienvenida a lo que denominamos como metodologías activas, que giran en torno al aprendizaje constructivo, la visión compleja de la realidad, a la sensibilidad, a la tecnología, al análisis crítico, donde el estudiante es el centro del aprendizaje.
Dentro de estas metodologías activas se encuentran: métodos de casos, la enseñanza basada en preguntas, papel de un minuto, aprendizaje entre pares, discusión guiada, aprendizaje basado en equipos, análisis de ilustraciones, organizadores gráficos, analogías, clases expositivas, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje en ambientes simulados, debate, aprendizaje por proyecto, estructura objetiva de examinación clínica, juego de roles, trabajo colaborativo y el aprendizaje en el servicio.
Cada una de estas metodologías ayudan a los docentes a mejorar habilidades comunicativas, desarrollar aprendizajes significativos, construcción de conocimientos, replantear rutinas, estimular pensamiento crítico situacional, toma de decisiones asertivas, entre otras.
En mi experiencia como docente desde hace casi 13 años y a propósito de mis estudios doctorales profundicé más en el estudio de la docencia universitaria, esto me llevó a cuestionar y replantear mi praxis docente. De ahí, empecé a implementar pequeños cambios en algunas rutinas en el aula, pero no fue si no al realizar un curso sobre como Innovar en la Educación Superior con la Universidad de Chile a distancia que conocí las metodologías activas.
Esto me permitió, realizar procesos productivos en clases, que van desde casas y urbanizaciones de cartón, hasta marquesas de chocolate y limón; incorporar en los exámenes, análisis de casos y organizadores gráficos (mapas mentales, conceptuales y otros), para conocer el nivel de comprensión de la realidad de mis estudiantes; he realizado clases expositivas, preguntas, he utilizado ilustraciones y el papel de un minuto para conocer sus impresiones sobre un tema o sobre la asignatura en general. Estas estrategias didácticas me han ayudado a dinamizar las clases, he visto que mis estudiantes han mejorado su forma de analizar su realidad a través de las evaluaciones, hacen preguntas, son capaces de realizar actividades que resultan inusuales para ellos, pero luego quedan maravillados por la experiencia. A veces las clases se nos hace corta cuando quedan animados.
He comentado con algunos colegas de estas metodologías, pero en su mayoría tienden a utilizar la forma tradicional. Si n embargo, conozco algunos colegas que la han aplicado y me comentan algunas prácticas que me resultan diferentes e irreverentes como el juego de roles y el debate.
Además de ello, tengo 3 blogs, uso el correo electrónico y mis redes sociales para comunicarme con mis estudiantes, los teléfonos celulares u dispositivos móviles también son parte importante de algunas clases que me ha permitido, no sólo aprender ellos, sino aprender yo de la experiencia y de los conocimientos que mis estudiantes comparten.
Por lo anterior, es importante destacar una frase de Jean-Paul Sartre nos dice que «la felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace». Los docentes somos lo que aprendemos, nuestras experiencias y conocimientos siendo estudiantes de alguna forma nos coaccionan a ser de una u otra forma. Pero en nosotros está la posibilidad de cambios, propiciar experiencias significativas nos hace mejores docentes.
Al respecto, Paulo Freire nos dice que “Enseñar no es transferir conocimientos sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción”. Así que, debemos dejar los miedos y los prejuicios a un lado y atrevernos a hacer cosas diferentes, investigar es la clave. Esto implica pensar y repensar en sus actividades cotidianas, tomar conciencia, determinar sus implicaciones y cuestionar sus cimientos. Entonces, pregunto: ¿Será que se niega la posibilidad de crecer como individuo? o ¿Prefiere morir en el intento? Usted decida.
Referencias
Giroux, H. (2008). La Universidad Secuestrada: El Reto de confrontar a la alianza Militar-Industrial-Académica. Caracas: Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior
Freire, P. (1997). Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. México DF: Siglo XXI.
Autor: Dra. Asunción Suniaga
Profesión: Profesora e Investigadora de la Universidad de Oriente
Contacto:
Skype: asuncy
Facebook: asuniaga
LinkedIn: asuncion-suniaga-dra-001809113
Twitter: @Asuniaga
Google: +AsuncionSuniaga
Instagram: @asuncy